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Sobre Antonio Miranda
 
 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Foto:  https://laguarura.org/

 

 

HUGO FERNÁNDEZ OVIOL

 

Nasceu em Falcón, Venezuela, em 1927.
Graduação em Educação. Trabalho em todas os meios educativos, desde a escola rural até as aulas universitárias.

Ditou cursos, conferências e seminários nas Américas Central e do Sul .
Recebeu o Prêmio Municipal de Poesia de Coro, em 1987. Foi diretor da revista  Ventanal.
Morreu em Falcón em 2006.

 

 

TEXTO EN ESPAÑOL – TEXTO EM PORTUGUÊS

 

 

 

FESTIVAL MUNDIAL DE POESIA  3er- ÁFRICA / AMÉRICA / ASIA / EUROPA / OCEANIA.  Antologia 2007.  Caracas: Casa Nacional de las Letras Andrés Bello, 2006.   S. p.         
Ex. bibl. Antonio Miranda

 

 

       PARA JULYRMA

 

       Había una vez un hombre bueno llamado Ibrahim.
Era un genio, un mago, un ilusionista, que andaba lleno de
ciencias, de sueños y de amor.
Como es lógico, este hombre maravilloso había nacido en
Cabure y como yo tuve la suerte de nacer en el mismo lugar
y algunos creen que soy poeta, naturalmente, Ibrahim y yo
fuimos amigos.
Durante la infancia practicamos los mismos juegos, fuimos
a la misma escuela y compartimos miedos y alegrías.
Más tarde anduvimos juntos un largo trecho compartiendo
la idea de cambiar el mundo.
Ultimamente habíamos establecido una hermosa relación:
cada vez que nos encontrábamos yo le hablaba de los nietos
y él me entregaba sus sueños y sus nuevos conocimientos e
invenciones, así por ejemplo:
Yo le decía Ricardo, mostrándole una cascada musical;
y él me hablaba de las galaxias y me regalaba aun caballo
cósmico.
Yo le decía Patricia, liberando un centenar de mariposas; y
él hablaba del cosmos y me convencía de que somos polvo
de estrellas.
Yo le decía Hugo Alejandro, haciendo brotar un chorrito de
agua de la tierra y él me hablaba de la sed y me entregaba la
forma de bebermos el agua del mar.
Yo le decía Alejandra, entregándole un ramo de rosa; y él me
hablaba de la contaminación ambiental y me regalaba una
cocina solar.
Yo le decía Miguel Antonio, entregándole la cabecera de un
río, y él me hablaba de la participación comunitaria, de la
utilización de materiales elaborados por los beneficiarios y
me ponía en posesión de una vivienda popular.
Yo le decía Eugenio Andrés, regalándole los juguetes de
mi infancia; y él me hablaba de la necesidad de defender
a la tierra ay me descubría las posibilidades de la energía
magnética.
Yo le decía Pedro Rafael, mostrándole una parábola que
va desde el padre hasta mi nieto; y él me hablaba de
la estabilidad del movimiento y me entregaba su nave
universal.
Sin embargo, no todos queríamos a Ibrahim.
Los circunspectos señores del claustro universitario,
los prósperos constructores del cemento y la cabilla; los
vendedores de gas y energía eléctrica, los fabricantes
de licores y cigarrillos; los importadores de aviones y
automóviles; sintieron amenazados sus sacrosantos
intereses y declararon guerra a los sueños de Ibrahim:
le negaban los recursos para sus investigaciones,
saboteaban el proceso de sus experimentos  y robaban el
resultado de su trabajo; pero, como Ibrahim no se rendía,
cambiaron de táctica y lo declararon loco, apedrearon su
casa, le negaron el pan y el agua y terminaron pretendiendo
sepultarlo debajo de una espesa capa de silencio.
Ibrahim continuaba erguido y desafiante; pero un día sintió
un inmenso cansancio y recogió sus sueños, sus angustias y
sus esperanzas, los metió en una pequeña alforja, montó en
su caballo cósmico y se fue a vivir en otra galaxia.
Desde entonces yo ando solo con el amor de mis nietos y
con la esperanzada seguridad de que el galáxico caballo de
Ibrahim anda suelto por el aire.

 

 

TEXTO EM PORTUGUÊS
Tradução de Antonio Miranda
 

 

 

 

       PARA JULYRMA

 

       Havia uma vez um homem bom chamado Ibrahim.
Era um gênio, um mago, um ilusionista, que andava pleno de
ciências, de sonhos e de amor.
Como é lógico, este homem maravilhoso havia nascido em
Cabure e como eu tive a sorte de nascer no mesmo lugar
e alguns creem que sou poeta, naturalmente, Ibrahim e eu
éramos amigos.
Durante a infância praticamos os mesmos jogos, fomos
à mesma escola e compartilhamos medos e alegrias.
Mais tarde andamos juntos um longo trecho compartilhando
a ideia de mudar o mundo.
Ultimamente havíamos estabelecido uma bela relação:
cada vez que nos encontrávamos eu lhe falaba dos netos
e el me entregava seus sonhos e seus novos conhecimentos e
invenções, assim por exemplo:
Eu lhe dizía Ricardo, mostrando-lhe uma cascata musical;
e ele me falava das galáxias  e me regalava um cavalo
cósmico.
E lhe decía Patricia, liberando uma centena de mariposas; e
ele falava do cosmos e me convenci de que somos pó
de estrelas.
Eu lhe dezia Hugo Alejandro, fazendo brotar um gotejar de
agua da terra e ele me falava da sede e me entregava a
forma de bebermos a água do mar.
Eu lhe dizia Alejandra, entregando-lhe um ramo de rosa; y ele me
falava da contaminação ambiental e me regalava uma
cozinha solar.
Eu lhe dizia Miguel Antonio, entregando-lhe a cabeceira de um
rio, e ele me falava da participação comunitaria, da
utilização de materiais elaborados pelos beneficiarios e
me colocava  en possessão de uma vivenda popular.
Eu lhe decía Eugenio Andrés, regalándole los juguetes de
mi infancia; y él me hablaba de la necesidad de defender
a la tierra ay me descubría las posibilidades de la energía
magnética.
Eu lhe dizia Pedro Rafael, mostrando-lhe una parábola que
vai desde o pai até meu neto; e ele me falava da
estabilidade do movimento e me entregava sua nave
universal.
Mas nem todos gostávamos do Ibrahim.
Os circunspectos senhores do claustro universitário,
os prósperos construtores com cimento e do bacalhau; os
vendedores de gas e energia elétrica, os fabricantes
de licores e cigarros; os importadores de aviões e
automóveis; se sintiram ameaçados os seus sacrossantos
interesses e declararam guerra aos sonhos de Ibrahim:
negavam-lhe os recursos para suas pesquisas,
saboteavam o processo de seus experimentos  e roubavam o
resultado de seu trabajo; ma, como Ibrahim não se rendia,
mudaram de tática e o declararam louco, apedrejaram sua
casa, negaram-lhe o pão e a água e terminaram pretendendo
sepultá-lo debaixo de uma espessa capa de silêncio.
Ibrahim continuava erguido e desafiante; mas um dia sentiu
um imenso cansaço ye recolheu os seus sonhos, suas angústias e
suas esperanças, meteu-os nuna pequena alforje, montou em
seu cavalo cósmico e se foi viver em outra galaxia.
Desde então eu ando só com o amor de meus netos e
com a esperançosa segurança de que o galáxico cavalo de
Ibrahim anda solto pelo ar.

 

        *

 

 

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Página publicada em maio de 2021

 


 

 

 
 
 
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